Introducción: La infección de localización quirúrgica (ILQ) es una de las infecciones asociadas a la asistencia sanitaria más prevalentes, provocando un aumento de morbilidad y de mortalidad y unos costes más elevados.
Métodos: El Observatorio de Infección en Cirugía realizó una encuesta para conocer el grado de conocimiento y aplicación de las medidas preventivas de ILQ, difundiendo un cuestionario de 64 preguntas entre los miembros de la Sociedad Española de Neurocirugía (SENEC).
Resultados: Se recibieron 123 respuestas. Se detectó una discordancia entre las recomendaciones recogidas en las guías clínicas y la práctica asistencial (67%), a pesar de que se concede un gran valor a las guías clínicas internacionales (81,7%) o nacionales (78,7%). Aún hay prácticas no refrendadas por la evidencia científica que son seguidas por un porcentaje no desdeñable de nuestros encuestados. Por ejemplo, la profilaxis antibiótica > 24h (10,6%), no dejar secar la solución antiséptica al aire (38,2%) o el uso de plástico transparente adhesivo sobre el campo quirúrgico (77,4%). En el manejo del cabello, la práctica más extendida es su eliminación selectiva de la zona quirúrgica (83,3%) y es mayoritario que lo realice el propio neurocirujano en el quirófano, algo que difiere significativamente de los usos de otras especialidades quirúrgicas (68,5% vs 3,5%, p< 0,001). La utilización de soluciones alcohólicas es minoritaria (37%). Sólo el 16,7% usa doble guante. Está extendida la utilización habitual de drenaje (60,7%), mientras que la tasa de valoración nutricional previa a una cirugía mayor es muy baja (7,5%). Sólo el 37,2% afirma tener feedback de sus tasas de ILQ y un escaso 16,5% ha tenido disponibles programas de formación específicos en ILQ.
Conclusión: Se ha identificado una insuficiente incorporación en la práctica neuroquirúrgica de algunas de las medidas refrendadas por la evidencia científica y una carencia de formación específica en prevención de ILQ. Además, se detecta una problemática propia de nuestra especialidad, particularmente en lo referente al manejo del cabello. Es necesario un análisis específico de las causas por las que el neurocirujano no incorpora determinadas estrategias a su práctica clínica, así como una implicación activa del neurocirujano en los programas de prevención de ILQ.
Introduction: Surgical site infections (SSI) are among the most common type of healthcare–associated infections and are involved with an increase in morbidity, mortality and higher healthcare costs.
Methods: The Observatory of Infection in Surgery has conducted a survey to assess the level of awareness and implementation of the preventive measures for SSI. A 64-question questionnaire was given to SENEC (Sociedad Española de Neurocirugía) members.
Results: The survey was answered by 123 neurosurgeons. There is a gap between clinical guidelines and neurosurgery practice (67%), even though neurosurgeons place a high value on international (81,7%) or national (78,7%) clinical guidelines. There are still practices not supported by scientific evidence that some of our respondents follow, including antibiotic prophylaxis ≥ 24h (10,6%), the habit of not allowing the antiseptic solution to air dry (38,2%) or the use of transparent plastic adhesive drape on the surgical field (77,4%). The most widespread practice for hair management is the selective removal from the surgical area (83,3%). It is most commonly performed by the neurosurgeon himself, in the operating room, which is a significant difference from the use of other surgical specialties (68,5% vs 3,5%, p< 0,001). There are only 37% of respondents who use alcohol solutions. Double-gloving is utilized by 16,7% of neurosurgeons. The usual use of drainage is quite widespread (60,7%), while the rate of nutritional assessment prior to major surgery is very low (7,5%). Only 37,2% report providing feedback on SSI rates to surgical teams, and a small 16,5% have received specific training programs on SSI.
Conclusion: Scientific evidence-supported measures are not fully incorporated into neurosurgical practice, and there is a lack of specific training in surgical infection prevention. Additionally, a specific issue has been identified, particularly regarding hair management. Neurosurgeons should actively participate in SSI prevention programs and analyse the reasons why they do not implement certain strategies into their clinical practice.
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